Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Retablo y altar.
Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Retablo y altar.

Capilla de San Bartolomé o Santa Fé

Resumen:

La Capilla de San Bartolomé o Santa Fé se encuentra junto a la puerta de la Vía Sacra, al final del deambulatorio y cerca del sepulcro apostólico en la catedral. Se cree que pertenece a la segunda fase constructiva de la catedral, aunque hay opiniones divergentes sobre si la construcción se detuvo por completo o si se realizaron trabajos menores durante esa fase. En el siglo XVI, la capilla cambió su dedicación y se convirtió en la Capilla de San Bartolomé cuando el canónigo Rodríguez Sotomayor fundó cinco capellanías en 1515.

La capilla conserva su estructura original, con un perfil semicircular al exterior y poligonal al interior, cubierta por una bóveda. En el siglo XVI, se realizó un importante cambio en la capilla cuando el maestrescuela don Diego de Castilla falleció en 1521, dejando instrucciones para la creación de su sepulcro y un altar en la capilla. El maestro Arnao creó un monumento funerario destacado con piedra blanda de Coimbra.

El sepulcro presenta un retrato realista de don Diego, asiendo un libro, con un león a sus pies. La inscripción votiva destaca el rango, prestigio, virtudes y condición del personaje. El sepulcro tiene una estructura de arco de triunfo renacentista con decoración de candelieri, putti, medallones, trofeos militares y angelotes que llevan el escudo familiar. Bajo el arcosolio, hay un relieve que representa la Resurrección de Cristo. El retablo de la capilla, similar al de la cercana capilla del Salvador, incluye una Virgen del Buen Consejo, San Bartolomé y Santiago el Mayor.

La decoración renacentista se completa con un frontón que muestra a Cristo Varón de Dolores. La entrada a la capilla está cerrada por una reja vinculada a Guillén de Bourse. Los capiteles flanqueantes a la entrada representan la condena de la Fe y la autoinculpación de San Caprasio, relacionados con la dedicación original de la capilla a Santa Fe de Conques, en Francia.



Historia de la Capilla de San Bartolomé o Santa Fé

Junto a la puerta de la Vía Sacra, al final del deambulatorio y entorno al sepulcro apostólico se abre otra de las primitivas capillas románicas: la Capilla de San Bartolomé o Santa Fe. Pertenece, según algunos estudiosos, al inicio de la segunda fase constructiva de la catedral. Sin embargo, existe diversidad de opiniones acerca de si se paró por completo la fábrica, o si, por el contrario, se hicieron algunos trabajos menores más lentamente. Entre los que defienden esta postura, Durliat sostiene que durante esta interrupción del trabajo se levantaron y decoraron las capillas inmediatas al crucero. Son la de San Andrés en el lado sur, donde hoy se abre la capilla del Pilar, y la de Santa Fe en el lado norte, que es la que aquí nos ocupa.

Retablo mayor y sepulcro de Diego de Castilla, ambos del maestro Arnao
Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Retablo mayor y sepulcro de Diego de Castilla, ambos del maestro Arnao

Fue en el siglo XVI que esta última pasó a ser la capilla de San Bartolomé, cuando en 1515 el canónigo Rodríguez Sotomayor fundó en ella cinco capellanías. Años después, él mismo recibiría sepultura en el suelo de la entrada del recinto.

Los muros de esta capilla han permanecido esencialmente inalterados respecto a su construcción. Presenta un perfil semicircular al exterior pero poligonal al interior, y está cubierta por una bóveda. La iluminación corre a cargo de tres ventanas abocinadas de buen tamaño, cerradas por arco de medio punto sobre columnas adosadas al muro.

Pero sería el siglo XVI, con el cambio de dedicación de la capilla, el que dejaría una mayor huella en el espacio. En el año 1521 murió el maestrescuela don Diego de Castilla, biznieto del rey Pedro I de Castilla, dejando como heredero a Alonso de Fonseca, quien renunció en nombre del hermano del finado, don Pedro de Castilla. Este último debería hacerse cargo del cumplimiento del testamento de su hermano, en el que se dispone encargar el sepulcro de don Diego, además un altar para esta capilla, al flamenco Maestre Arnao.

El maestro realizó uno de los mejores monumentos funerarios de la catedral, hecho con piedra blanda de Coimbra, más blanca que el granito y de grano fino, lo cual permite un trabajo cuidado y minucioso, incluso un cierto preciosismo, como vemos en las ropas y mitra del difunto. Éste, asiendo un libro, está representado en sus facciones y manos con acusado realismo, basándose posiblemente en la mascarilla mortuoria del maestrescuela. A sus pies, un fiero león recostado “protege” su “sueño de la paz”. Y si el yacente resulta un retrato físico de don Diego, la inscripción votiva esculpida en la yacija lo es de su espíritu y personalidad, resaltando el rango, prestigio, virtudes y condición del personaje.

Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Detalle del sepulcro de Diego de Castilla
Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Detalle del sepulcro de Diego de Castilla

Cobija este sepulcro una estructura a modo de arco de triunfo, de clara orientación renacentista, tanto por su concepción como por la decoración de candelieri, putti, medallones, trofeos militares y angelotes que portan el escudo familiar. Bajo el arcosolio, un relieve representa la Resurrección de Cristo, también con composición y formas típicamente renacentistas, como las de los personajes clásicos que en el frontón contemplan una calavera. Es la muerte sobre la que triunfará la Resurrección.

Se remata el conjunto con un frontón en el que aparece Cristo Varón de Dolores
La decoración entorno a las imágenes es también típicamente renacentista, rematándose el conjunto con un frontón en el que aparece Cristo Varón de Dolores. Los tondos con calaveras que aparecen a los lados del tímpano enlazan el retablo con el coetáneo sepulcro de don Diego de Castilla.

El sencillo retablo, en piedra dorada y policromada, recuerda al de la cercana capilla del Salvador, por lo que ha sido puesto en relación con la órbita de Juan de Álava. Lo preside una Virgen del Buen Consejo, con San Bartolomé, patrón de la capilla, a un lado, y Santiago el Mayor, patrón de la catedral, al otro. La decoración entorno a las imágenes es también típicamente renacentista, rematándose el conjunto con un frontón en el que aparece Cristo Varón de Dolores. Los tondos con calaveras que aparecen a los lados del tímpano enlazan el retablo con el coetáneo sepulcro de don Diego de Castilla.

Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Retablo y altar.
Capilla de San Bartolomé o de Santa Fe. Retablo y altar.

Accedemos a esta capilla atravesando una reja cuya autoría ha sido vinculada a Guillén de Bourse, siguiendo un diseño similar en sus balaustres a la que fue colocada en la capilla del Salvador hacia 1534.

Capilla de San Bartolomé o de la Santa Fe. Su reja de entrada se ha vinculado con Guillén de Bourse.
Capilla de San Bartolomé o de la Santa Fe. Su reja de entrada se ha vinculado con Guillén de Bourse y recuerda a la coetánea de la Capilla del Salvador

Destacan también los capiteles que flanquean a los vegetales de la entrada. Uno representa la condena de la Fe, con el verdugo portando la espada camino del suplicio. El otro, la autoinculpación de San Caprasio ante el ejemplo de aquélla al confesar sus creencias. Ambos evidencian la dedicación original a Santa Fe de esta capilla, y de hecho están relacionados con Santa Fe de Conques, en Francia, iglesia de peregrinación camino a Santiago.


Capillas de la Catedral

Descubre un universo de devoción y arte en cada rincón de las capillas de la majestuosa Catedral de Santiago de Compostela. Cada una de estas santuarios es un tesoro único que encierra siglos de historia y espiritualidad. Desde la exquisita Capilla Mayor, adornada con relieves de una delicadeza incomparable, hasta la íntima Capilla del Pilar, donde la luz danza sobre antiguos altares, cada espacio invita a la contemplación y la reverencia. Las capillas laterales, con sus retablos de talla dorada y sus vívidos frescos, son como galerías de arte sacro que inspiran y conmueven a quienes las visitan. En cada piedra, en cada detalle, se siente la presencia de aquellos que, a lo largo de los siglos, han encontrado consuelo y esperanza entre estas paredes sagradas. ¡Una experiencia que te transportará a un mundo de fe y maravilla!