Vitrina en la antecapilla de San Fernando con varias piezas de orfebrería
Vitrina en la antecapilla de San Fernando con varias piezas de orfebrería, muchas de ellas donaciones de peregrinos ilustres a Santiago durante los siglos.

Orfebrería

Resumen:

La orfebrería de la Catedral de Santiago es una rica colección que refleja la diversidad de estilos y técnicas a lo largo de la historia. Originada en talleres locales establecidos en las cercanías de la catedral, muchas de las piezas fueron financiadas por el cabildo o prelados compostelanos, así como por donaciones de peregrinos provenientes de toda Europa y otros continentes a lo largo de más de mil años de peregrinación jacobea.

Entre las obras destacadas se encuentra el Busto relicario de Santiago Alfeo, datado en 1322 y atribuido a Rodrigo Eáns. Esta reliquia, que llegó a Santiago desde Braga en la época de Gelmírez, ha evolucionado a lo largo de los siglos, enriqueciéndose con elementos como el Brazalete de don Suero de Quiñones y numerosas joyas y ofrendas de los fieles medievales.

Otro punto culminante es el relicario del diente de Santiago, donado por Geoffroy Coquatrix en 1321. Esta pieza, elaborada en plata dorada, oro y esmaltes, presenta una representación temprana de Santiago Peregrino. A lo largo de los siglos, esta iconografía se consolidó con obras posteriores, como el Santiago Peregrino del siglo XV y el de 1445, revelando influencias italianizantes y un gusto clásico.

La colección incluye también custodias notables, como la Custodia procesional de Antonio de Arfe, realizada entre 1539 y 1545 por encargo del arzobispo Fonseca. Esta obra de plata sobredorada y esmaltes, que se completa con un pedestal en 1573, representa la vida de Jesús, estatuas de apóstoles y el triunfo de Cristo Resucitado. Es especialmente relevante porque aún procesiona por las calles de Santiago en el día de Corpus Christi.

Además, la colección abarca una variedad de objetos sagrados como cálices, vinajeras y cruces, que muestran la evolución de estilos desde el gótico hasta el neoclasicismo. Destacan el Cáliz y Patena de San Rosendo del siglo XIII, la Custodia de Juan de Figueroa de 1702, así como cálices de diseñadores contemporáneos como Ignacio Montero y el orfebre francés Puiforcart.

Las piezas mencionadas son solo una pequeña parte del extenso tesoro de la Catedral de Santiago, que continúa siendo un lugar de veneración y admiración tanto por su valor religioso como por su importancia artística e histórica.



Historia de la Orfebrería de la Catedral de Santiago

La de orfebrería es una de las colecciones más variadas y de mejor calidad de todas las que custodia y exhibe el Museo de la Catedral. Es fruto del trabajo de los talleres locales, muchos de los cuales se establecieron entorno a la propia catedral, en la Plaza de las Platerías y la de la Azabachería. Su obra fue financiada por el cabildo o los prelados compostelanos, o bien con donaciones llegadas de todos los confines de Europa – e incluso de otros continentes – a lo largo de más de mil años de peregrinación jacobea, por lo que constituye un ejemplo de variadas escuelas y épocas.

La mayor parte de las piezas de orfebrería se guardan en la capilla de San Fernando, aunque también hay importantes obras en su antecapilla y en la contigua Capilla de Reliquias. En esta última están varios de los relicarios más valiosos, que más allá de su valor devocional, son obras maestras. Recientemente se añadió a esta colección la columna de bronce de fuste entorchado, procedente de un antiguo ciborio del XII, que conserva en su interior el báculo de siglo XIII de San Franco de Sena, báculo que la tradición atribuye al propio Santiago el Mayor. Corona la columna un Apóstol Peregrino del siglo XVI, que estuvo muchas centurias adosado a uno de los machones del cimborrio, en el crucero de la catedral, donde era venerado por los peregrinos.

Capilla de las Reliquias. Columna de bronce del siglo XII que, según la tradición
Capilla de las Reliquias. Columna de bronce del siglo XII que, según la tradición, guarda en su interior el bastón de hierro de Santiago y el de San Franco de Sena.

Pero la más famosa de las reliquias es la que custodia el Busto relicario de Santiago Alfeo, de 1322 y atribuida al local Rodrigo Eáns. La cabeza con rostro esmaltado y la esclavina de plata repujada y sobredorada originales se fueron enriqueciendo con el paso de los siglos, lo que indica la importancia de esta reliquia llegada a Santiago desde Braga en época de Gelmírez, tras azarosas vicisitudes. En torno a su cuello se colocó el Brazalete de don Suero de Quiñones, del siglo XV y de oro enriquecido con una joya francesa del XIV. La esclavina se fue cuajando de joyas, pedrería, piezas de cristal de roca y camafeos clásicos, además de la aureola del siglo XV, donada por el gremio de los cintureros. La basa y el paso procesional sobre el que recorre las naves de la catedral en fechas señaladas – antaño acompañado del Botafumeiro – fueron añadidos en los siglos XVI y XVII. Dentro del relicario aparecieron también numerosas monedas ofrendadas por los fieles en la Edad Media.

De similar importancia es el relicario del diente de Santiago, sustituido hoy por un fragmento óseo tras el incendio de la Capilla de Reliquias en 1921. Fue donado por el importante noble parisino Geoffroy Coquatrix en 1321. Labrado en plata dorada, oro y esmaltes, porta la reliquia en un farolillo de formas plenamente góticas, mientras que en la otra mano sujeta un bordón de peregrino con una inscripción alusiva al donante. Se trata de una de las primeras representaciones de Santiago Peregrino.

Retablo de las Reliquias. Entre otros, vemos aquí el busto relicario de Santiago Alfeo y el de Sta. Florina.
Retablo de las Reliquias. Entre otros, vemos aquí el busto relicario de Santiago Alfeo y el de Sta. Florina. También el Santiago de Roucel, Sto. Domingo, y Santiago Coquatrix

Esta iconografía quedó definitivamente establecida con el Santiago Peregrino del primer cuarto del siglo XV, también de taller parisino, donado por Johannes de Roucel. De plata sobredorada y esmaltes con una base que alude al donante y su esposa junto a sus escudos, Santiago ya porta aquí todos los atributos del peregrino medieval: sombrero de ala ancha con concha, bordón con calabaza y zurrón, además de un libro.

Estos mismos objetos son los que porta el Santiago Peregrino de 1445, donado por el arzobispo Don Álvaro de Isorna, obra del italiano Francisco Marino. Si bien el bordón, la esclavina y la aureola con gemas de esta figura son añadidos del XVII, vemos en este Santiago un gusto clásico italianizante que no veíamos en las piezas anteriores. Su orfebre realizó trabajos en la catedral para el arzobispo Lope de Mendoza, gran protector de los orfebres, para quienes reconstruyó sus tiendas-taller ante la portada sur.

Capilla de las Reliquias. Varios relicarios en el retablo de Magariños, entre ellos el busto-relicario de Santa Florina
Capilla de las Reliquias. Varios relicarios en el retablo de Magariños, entre ellos el busto-relicario de Santa Florina y el Santiago donado por Johannes de Roucel.
Santiago Peregrino donado por el arzobispo Álvaro de Isorna en 1445.
Santiago Peregrino donado por el arzobispo Álvaro de Isorna en 1445. El bordón, la esclavina y la aureola se añadieron en el siglo XVII.

También de Francisco Marino es otra figura relicario de San Andrés, procedente del oratorio de don Lope. El mismo modelo podemos observarlo en otras piezas del XV, como las figuras de San Pedro, la Virgen de la Azucena, San Juan Bautista, Santo Domingo o San Francisco, en el retablo de las Reliquias. El modelo de busto-relicario lo siguió en el siglo XVI Jorge Cedeira para los de Santa Paulina y Santa Florina.

Mención aparte merece la colección de custodias, que podrían haber cerrado el tríptico del Santo Cristo de Orense de 1953, donado por el Cardenal Quiroga Palacios, aunque se trate de otro tipo de objeto devocional. Destaca la custodia de oro y piedras preciosas de Juan de Figueroa, de 1702, para la Capilla Mayor. Pero la más importante es la Custodia procesional de Antonio de Arfe, de plata sobredorada y esmaltes, realizada por encargo del arzobispo Fonseca entre 1539 y 1545, se completó con su pedestal en 1573. Sobre una base con relieves de la vida del Apóstol, su cuerpo hexagonal acoge entre templetes y columnas relieves que representan la vida de Jesús, estatuas de apóstoles, profetas y doctores. El conjunto está rematado con el triunfo de Cristo Resucitado. Esta pieza estuvo en la antigua capilla mayor de la Catedral, y aún hoy procesiona por las rúas de Santiago el día de Corpus Christi.

Custodia procesional de Antonio de Arfe. 1539-1545. Plata sobredorada y esmaltes
Custodia procesional de Antonio de Arfe. 1539-1545. Plata sobredorada y esmaltes

Los vasos sagrados y vinajeras son otra importante parte de la colección. Son muchos los cálices expuestos, empezando por el Cáliz y Patena de San Rosendo, de talleres compostelanos del siglo XIII pero con añadido al pie de la copa en el XV. Poco tienen que ver con la sencillez de sus formas y decoración incisa con el preciosismo del copón barroco en oro con piedras preciosas y perlas, rematado en una cruz de esmaltes, obra de Juan Posse de 1699 para servicio de la capilla mayor. Tampoco con el cáliz ya rococó del Chantre Gondar de 1753 de plata sobredorada. Éste aúna el fundido del metal precioso y su cincelado, dando lugar a un juego de texturas con decoración de rocallas, guirnaldas, ángeles y atributos eucarísticos y jacobeos muy al gusto de ese momento. Lo realizó Ignacio Montero, acaso sobre diseño de Juan Antonio García de Bouzas, quien también inspiró dos enormes bandejas en forma de venera de plata que cuelgan en la capilla de San Fernando (1760 – 1780).

Patena y cáliz de San Rosendo. Taller compostelano del siglo XIII. Arriba, Cáliz de Nuestra Señora de La Esclavitud.
Patena y cáliz de San Rosendo. Taller compostelano del siglo XIII. Arriba, Cáliz de Nuestra Señora de La Esclavitud. Taller de Padrón del siglo XV.
Copón de Juan Posse. Escuela Compostelana, 1699.
Copón de Juan Posse. Escuela Compostelana, 1699.

En época del Neoclasicismo, Francisco Pecul fundió la Inmaculada sobre el sagrario del altar mayor, además de una Santa Teresa-relicario.A él debemos también un cáliz de plata dorada y en su color.

De 1818 son el cáliz y las vinajeras donadas por el arzobispo Rafael Múzquiz como agradecimiento por la victoria sobre los franceses. Su riqueza es excepcional: la copa está ornamentada con relieves sobre la pasión de Cristo y la Eucaristía, todo rodeado por cientos de brillantes. Las vinajeras compiten en belleza con las que el arzobispo Monroy trajo de México en el siglo XVIII para acompañarle en su mandato episcopal en Santiago.

Interior de la caja fuerte del Tesoro de la catedral con algunas de las piezas de más valor de la colección de orfebrería.
Interior de la caja fuerte del Tesoro de la catedral con algunas de las piezas de más valor de la colección de orfebrería.

Ya del siglo XX son los cálices neorrománicos de 1948 ofrecidos por el Rey Humberto de Italia, el de Acción Católica. Del mismo siglo tenemos el cáliz donado por el mariscal francés Petain, realizado en plata y marfil por el orfebre galo Puiforcart en 1925. Con su ausencia de decoración aplicada y su pureza de líneas, supone una muestra de la renovación del art-decó aplicada a la orfebrería religiosa.

Cáliz de Humberto II de Italia (1954), y Cáliz del Cardenal Quiroga Palacios (1946)
Cáliz de Humberto II de Italia (1954), y Cáliz del Cardenal Quiroga Palacios (1946)
Copón donado por el Mariscal Petain. J. Puigcart. Escuela parisina, 1943.
Copón donado por el Mariscal Petain. J. Puigcart. Escuela parisina, 1943.

Aún hay sitio en el Tesoro para otras importantes piezas. Las cruces, de entre las cuales fue robada la prerrománica de Alfonso III en 1906, inician su serie con las románicas de los Roleos del siglo XI, de Ordoño II de los siglo XI-XII, y la Patriarcal de Jerusalén, del siglo XII y procedente de Carboeiro. Todas ellas tienen alma de madera recubierta de láminas de plata y oro repujados.

Cruz de Ordoño II,Cruz Patriarcal de Jerusalén con un Lignum Crucis y Cruz de los Roleos
Cruz de Ordoño II de taller renano de hacia 1060; Cruz Patriarcal de Jerusalén de mediados del XII con un Lignum Crucis; y Cruz de los Roleos, taller alemán del siglo XI.

Del gótico, destaca la mucho más rica Cruz de las Perlas, de taller parisino del XIV y coetánea del Santiago Coquatrix, así como la plateresca de cristal de roca y plata granadina sobredorada, del cardenal Gaspar de Ábalos. De este mismo precioso material, cristal de roca, son otros objetos, como el Portapaz donado por Carlos II en 1683, o el Relicario de la Santa Espina, de taller zaragozano y que data de alrededor de 1420, en la que el precioso cristal se combina con plata y esmaltes para acoger un Calvario que arranca de un árbol central hacia una espina de la Corona de Cristo, flanqueada por otros armae christi.

Cruz de las Perlas. Taller parisino del último tercio del XIV. Oro, plata sobredorada, gemas, perlas y esmaltes.
Cruz de las Perlas. Taller parisino del último tercio del XIV. Oro, plata sobredorada, gemas, perlas y esmaltes.
Capilla de San Fernando. Entre otras piezas, Portapaz de la Resurrección. Valerio de Vicenza, primera mitad del XVI.
Capilla de San Fernando. Entre otras piezas, Portapaz de la Resurrección. Valerio de Vicenza, primera mitad del XVI. Cristal de Roca. Regalo de Carlos II en 1683

Otros portapaces y diversas piezas fueron elaboradas con materiales como corales, maderas preciosas, o marfil, caso de la Santísima Trinidad de escuela indo-portuguesa del siglo XVI y Retablillo hispano-americano del XVII.

También encontramos piezas de azabache, piedra negra semipreciosa muy tradicional en Compostela, como la Santa Clara del siglo XV, el Portapaz del XVI o las representaciones de Santiago de la mano del compostelano Mayer, ya de la primera mitad del XX.

Para terminar, de entre otros muchos objetos de este importante Tesoro que merece la pena conocer y admirar, queremos mencionar algunas piezas como la esclavina original del Apóstol del Altar Mayor, donada por el arzobispo Monroy en 1704 y hecha por Juan de Figueroa, o el Cristo atado a la Columna, diseñado por Gaspar Becerra, cincelada y de plata fundida de escuela castellana del último tercio del XVI.

Esclavina para la imagen de Santiago del Altar Mayor de la Catedral
Esclavina para la imagen de Santiago del Altar Mayor de la Catedral encargada por el arzobispo Monroy a Juan de Figueroa en 1704. Plata, esmaltes y pedrería
Esclavina original que vestía el Apóstol del altar mayor, regalo del arzobispo Monroy
Esclavina original que vestía el Apóstol del altar mayor, regalo del arzobispo Monroy

También merecen mención el Calderín de Prima de Posse de 1713, el Santiago Matamoros de plata de la duquesa de Aveiro y escuela portuguesa de 1677, o los martillos de plata para la apertura de la Puerta Santa utilizados en los Años Santos de 1937 y 2010, donados por los canónigos maestros de ceremonias, a quienes corresponde el honor de poseerlos y de llevar a cabo el ritual de apertura de los Años Santos Jacobeos.

Santiago en la Batalla de Clavijo. Ofrenda de la Duquesa de Aveiro. Escuela portuguesa. Plata, 1677.
Santiago en la Batalla de Clavijo. Ofrenda de la Duquesa de Aveiro. Escuela portuguesa. Plata, 1677.
Martillos de plata para la apertura de la Puerta Santa utilizados en los Años Santos de 1937 y 2010
Martillos de plata para la apertura de la Puerta Santa utilizados en los Años Santos de 1937 y 2010

El Museo de la Catedral

¡Sumérgete en un viaje fascinante a través de los siglos en el Museo de la Catedral de Santiago de Compostela! Este tesoro cultural es un verdadero festín para los amantes del arte, la historia y la espiritualidad. Desde las reliquias sagradas hasta las obras maestras del arte sacro, cada objeto expuesto cuenta una historia única y emocionante. Los visitantes son transportados a épocas pasadas mientras exploran las galerías llenas de tesoros que iluminan la rica tradición y herencia de la región. Desde las impresionantes esculturas hasta los manuscritos antiguos, cada pieza es un testimonio vivo de la fe y la creatividad humanas a lo largo de los siglos. ¡Una experiencia imperdible que deja una huella perdurable en el corazón de quienes la experimentan!