De Cementerio Neoclásico a Jardín del Arte Gallego
De Cementerio Neoclásico a Jardín del Arte Gallego
Un "deathscape" transformado: Descubre la fascinante historia del Parque de Bonaval, cómo un antiguo cementerio del siglo XIX fue reinventado por Álvaro Siza e Isabel Aguirre para ser el nexo cultural de Santiago.
Ubicación y Singularidad
El Parque de Bonaval, en Santiago de Compostela, es un espacio que el visitante percibe inmediatamente como singular, incluso "extraño" en su concepción. Se trata de un deathscape, un paisaje en el que la presencia de la muerte es ineludible, aun habiendo sido desterrada su función. Su acceso natural se sitúa en la parte inferior de la parcela, en un entorno de alto valor cultural, flanqueado por dos de las instituciones museísticas más importantes de Galicia: el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) y el Museo do Pobo Galego. Esta convivencia entre el recuerdo fúnebre y el epicentro de la creación y la memoria regional es lo que confiere a Bonaval su carácter único.
Las Tres Partes del Parque
El actual parque es un conjunto bien diferenciado que integra la historia del antiguo convento y el cementerio:
- El Huerto Monacal: La zona inferior, recuperada y transformada en un jardín geométrico.
- La Carballeira de San Domingos: El bosque de robles del antiguo convento de San Domingos de Bonaval, donde predominan el arbolado, la piedra y el agua, y que sirve como espacio de encuentro y sombra.
- El Antiguo Cementerio: En la parte más alta, un lugar despejado de vegetación y elementos construidos que, de manera instintiva, invita al visitante a dirigir la mirada hacia los campanarios de Compostela. Es en este sector donde la arquitectura funeraria de los bloques de nichos consolidados por el proyecto de rehabilitación recuerda el pasado del lugar.
Contexto Histórico
Para comprender la esencia del Parque de Bonaval, es necesario contextualizarlo dentro de la historia de los cementerios españoles. Su creación responde a las políticas higienistas europeas que, a partir de 1760 y concretamente con la Real Cédula de Carlos III de 1787, exigían el traslado de los cementerios fuera de los recintos de los templos y de las murallas urbanas, debido a las pésimas condiciones sanitarias. Bonaval no es solo un parque hermoso; es el resultado de un largo y conflictivo proceso histórico que buscó sanear la ciudad y dotarla de una necrópolis adecuada, marcando el paso de las sepulturas parroquiales al moderno cementerio general extramuros.
La transformación de Bonaval en un cementerio general no fue un proceso sencillo, sino el resultado de más de medio siglo de debates y proyectos fallidos, impulsados por la necesidad de salubridad pública.
Precedentes Higienistas
El germen de la creación de Bonaval se encuentra en las políticas higienistas europeas del siglo XVIII. Desde 1760, las autoridades ilustradas promovieron el traslado de los enterramientos fuera de los recintos eclesiásticos y de los núcleos urbanos. Este movimiento se formalizó en España con la Real Cédula de Carlos III de 1787, que obligaba a establecer cementerios extramuros. La razón era estrictamente sanitaria: el hacinamiento de cadáveres dentro de los templos y en los camposantos parroquiales generaba pestilencia y focos de infección.
El Problema Sanitario de Santiago
Santiago de Compostela, como muchas ciudades antiguas, sufría gravemente por las costumbres funerarias tradicionales. La situación del cementerio de la Quintana era deplorable a finales del siglo XVIII. Las sepulturas y el almacenamiento de huesos en los osarios parroquiales estaban en un estado "indecente", con fosas que se abrían sin reposo para nuevos entierros, lo que resultaba en condiciones sanitarias pésimas.
A pesar de la urgencia higiénica, la resistencia social y eclesiástica a abandonar el entierro en los templos (vinculado al prestigio social y a creencias religiosas) y la falta de financiación retrasaron la construcción de una necrópolis adecuada.
Proyectos Fallidos y el Impulso Clave
Tras la prohibición definitiva de entierros en templos en 1813, se designaron algunos cementerios provisionales (como el del Convento de San Francisco y el de Belvís), pero la necesidad de una solución permanente persistía.
El obstáculo principal se resolvió gracias a un evento político crucial: la Desamortización eclesiástica de 1835. Este proceso permitió la exclaustración del Monasterio de San Domingos de Bonaval, liberando los vastos terrenos necesarios para el nuevo cementerio. Los terrenos, que habían sido campos de labranza y huertos monacales, ofrecían la ubicación extramuros perfecta.
Finalmente, en 1845, el proyecto presentado por el arquitecto municipal Manuel de Prado y Vallo fue aprobado. Las obras del Cementerio General de Bonaval comenzaron en 1846 y, aunque su construcción se prolongó durante décadas, su apertura marcó el final de un largo y conflictivo camino hacia la modernización sanitaria de la ciudad. El resultado fue un espacio que, desde su concepción, ya unía la función práctica con la ambición arquitectónica.
El Cementerio de Bonaval, concebido a mediados del siglo XIX, no fue un simple campo santo, sino un recinto que incorporó y fusionó dos de las principales tipologías funerarias europeas, al mismo tiempo que reflejaba la estricta jerarquía social de la época en la distribución de sus espacios.
La Confluencia de Estilos Funerarios
Bonaval es un caso particular en el panorama español porque logró conciliar dos grandes modelos cementeriales:
- La Tipología Latina-Arquitectónica (Claustral): Propia del sur de Europa, se basa en un diseño geométrico, estructurado en torno a patios y galerías de nichos, muy ligados a la tradición claustral y monacal (de donde procede Bonaval).
- La Tipología Anglo-Sajona-Paisajística (Cementerio Jardín): Propia del norte de Europa, que prioriza el componente paisajístico, con grandes áreas verdes y tumbas en el suelo, buscando un efecto más de "parque".
El diseño de Manuel de Prado y Vallo integró ambas tendencias, creando un recinto que en su parte baja y central era arquitectónico, y en su zona alta, paisajístico.
El Salón Principal (Modelo Arquitectónico)
El sector inferior del cementerio, diseñado por Prado y Vallo en 1846, respondía al modelo neoclásico y arquitectónico. Esta zona estaba dominada por los grandes bloques de nichos, estructuras de cuatro alturas organizadas en galerías que evocaban la tipología claustral. Este sector, el más solemne y formal, era el destinado a los enterramientos de mayor categoría y solvencia económica. La imponente arquitectura establecía de inmediato el tono de seriedad y jerarquía.
El Cementerio de Pobres (Modelo Paisajístico)
En contraste directo con el salón principal, el sector superior de la parcela, el más elevado, adoptó un carácter puramente paisajístico. Esta zona, desprovista de estructuras monumentales, estaba destinada al "cementerio de pobres". Aquí, las sepulturas se realizaban directamente en la tierra, sin nichos ni mausoleos, primando la sencillez sobre la arquitectura.
Zonificación Social y Económica
La distribución dentro de Bonaval era un claro mapa de la estratificación social de Santiago en el siglo XIX. Las tarifas y las ubicaciones de los enterramientos estaban estrictamente reguladas por el estatus social y económico del difunto y su familia:
- Zonas de Mayor Prestigio: Los nichos se reservaban para las clases más pudientes, categorizados como de primera y segunda clase.
- Sepulturas de Tierra: Las sepulturas en suelo (menos costosas) también se dividían por clases. Incluso, la ubicación dentro del recinto influía en el precio, existiendo una clara diferenciación entre las zonas más soleadas o secas y las sombrías o húmedas, lo que se conoce como zonificación por el "lugar de la muerte".
- El Extremo Social: En el punto más alejado y elevado se ubicaba el "cementerio de pobres", el último peldaño de esta pirámide funeraria.
Los Orígenes Privados
Es importante notar que el Cementerio General se superpuso a recintos previos. Ya desde 1814, en los terrenos del antiguo monasterio existían dos cementerios privados: el Cementerio de Frailes y el Cementerio del Rosario. Esta persistencia de cementerios particulares dentro del perímetro del Cementerio General (creado en 1846) subraya el largo y fragmentado proceso de centralización de los enterramientos en la ciudad.
El Abandono
Tras más de un siglo de uso, el Cementerio General de Bonaval fue clausurado definitivamente en 1960. A partir de ese momento, el recinto entró en un periodo de prolongado abandono que se extendió durante tres décadas. La vegetación creció sin control, y las instalaciones, incluyendo los grandes bloques de nichos, cayeron en un profundo estado de degradación, convirtiendo el antiguo cementerio en una ruina silenciosa y olvidada.
Objetivos de la Intervención (Década de los 90)
La oportunidad para la rehabilitación surgió en la década de 1990, coincidiendo con un ambicioso proyecto cultural para la zona: la creación del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), diseñado por el arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira.
La intervención paisajística sobre el cementerio abandonado se convirtió en una necesidad funcional y urbanística. El objetivo doble fue:
- Recuperación Ambiental: Rehabilitar un espacio degradado en el límite del casco histórico de Santiago.
- Soporte Cultural: Crear un área funcional que sirviera de apoyo y nexo de unión a los dos grandes polos museísticos adyacentes: el CGAC y el Museo do Pobo Galego.
Criterios de Diseño: Respeto y Radicalidad
El proyecto de transformación fue encargado al reconocido arquitecto Álvaro Siza Vieira en colaboración con la arquitecta paisajista Isabel Aguirre, y representó un ejercicio de diseño excepcional. Su filosofía se basó en el máximo respeto a las preexistencias del lugar, entendiendo que los muros, los caminos originales, la ruina y la propia composición pétrea y acuática del terreno eran elementos con valor histórico que debían ser conservados y puestos en valor.
Sin embargo, para lograr la metamorfosis de un cementerio en un parque público, se eligió un "cambio radical de función". La intervención buscó desdramatizar y neutralizar la carga fúnebre del lugar, liberando al espacio de la memoria explícita de la muerte para abrirlo al uso cotidiano.
El Tratamiento de los Nichos
Uno de los aspectos más notables y sensibles del proyecto fue el tratamiento dado a la arquitectura funeraria. Los grandes bloques de nichos neoclásicos, testimonio de la historia del recinto, fueron conservados y consolidados estructuralmente. No obstante, se realizó una intervención clave: se suprimieron las lápidas funerarias y las inscripciones.
En su lugar, los bloques fueron revestidos con un aplacado blanco, logrando una superficie uniforme que, en palabras del documento adjunto, buscaba "paliar el carácter funerario" del espacio. De esta forma, Siza y Aguirre conservaron la forma arquitectónica y la volumetría del pasado, pero borraron la identidad individual de los difuntos, transformando las paredes de la muerte en estructuras que definen el paisaje del nuevo parque, abierto al público en 1994.
Uso y Popularidad
Inaugurado como parque público en 1994, el diseño de Álvaro Siza e Isabel Aguirre transformó radicalmente el significado del antiguo cementerio. El Parque de Bonaval se ha consolidado rápidamente como uno de los rincones verdes más populares y concurridos de Santiago. Ha pasado de ser un espacio clausurado y degradado a un lugar de contemplación, lectura y paseo, que actúa como un refugio de paz en el límite del casco histórico.
A pesar de su nueva función, el parque conserva una "lectura metafísica". La austeridad de sus formas y la conservación de las estructuras funerarias, aunque despojadas de lápidas, invitan al recogimiento y a una sutil reflexión sobre el paso del tiempo y la historia, sin la solemnidad abrumadora de un cementerio tradicional.
Espacio de Conexión y Cultura
Gracias a su ubicación estratégica entre el Museo do Pobo Galego (antiguo convento de San Domingos) y el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), Bonaval funciona como un gran vestíbulo al aire libre que conecta estas dos instituciones culturales.
Además de su uso recreativo, el parque es un espacio polivalente que acoge actividades culturales diversas. Se ha utilizado para exposiciones de escultura, instalaciones artísticas —como la intervención de Jorge Barbi en 2014—, y eventos como cine al aire libre y representaciones teatrales. De esta manera, el espacio que fue diseñado para albergar a los muertos ahora sirve como un escenario vivo para la creación contemporánea.
Memoria, Patrimonio y Turismo Funerario
La rehabilitación del Parque de Bonaval fue una acción pionera en España. Se llevó a cabo antes de que se institucionalizara la figura del patrimonio funerario como recurso cultural. El proyecto demostró que el legado de los cementerios podía ser recuperado, honrado y puesto al servicio de la ciudad mediante el paisajismo.
Actualmente, el necroturismo (turismo funerario) está en auge en Galicia, con ejemplos notables como el cementerio de San Amaro en A Coruña. El Parque de Bonaval representa una oportunidad turística excepcional, pues ofrece una visión única de la historia funeraria del siglo XIX. Si bien la memoria de Bonaval aún no ha sido reivindicada de forma estable como un recurso turístico funerario explícito, su arquitectura, su historia y su ubicación lo convierten en un monumento paisajístico fundamental que narra la evolución urbanística y sanitaria de Santiago de Compostela.
Bonaval al detalle: Resuelve tus Dudas Esenciales
¿Por qué fue clausurado el cementerio? ¿Quién lo diseñó? Descubre de forma concisa las respuestas a las preguntas más frecuentes para entender la transformación histórica y arquitectónica de este parque único.
Originalmente, el terreno donde se asienta la mayor parte del parque fue el Cementerio General de Santiago de Compostela, inaugurado a mediados del siglo XIX. Antes de eso, formaba parte del huerto y la carballeira (robledal) del Convento de San Domingos de Bonaval.
El cementerio fue clausurado en 1960 y cayó en abandono durante unas tres décadas. Su transformación en parque se debió a un proyecto de rehabilitación urbana y cultural en la década de 1990 para dar soporte al nuevo Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC).
El diseño paisajístico y arquitectónico de la rehabilitación fue obra de dos figuras clave: el arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira y la arquitecta paisajista gallega Isabel Aguirre. El parque se abrió al público en 1994.
Los grandes bloques de nichos son la prueba visible del pasado funerario. Los diseñadores tomaron la decisión radical de retirar todas las lápidas e inscripciones y revestir los bloques con un aplacado blanco. Esto se hizo para "paliar el carácter funerario" del espacio, manteniendo la forma arquitectónica del cementerio pero neutralizando el recuerdo explícito de la muerte.
No. Bonaval funciona como un gran espacio polivalente al aire libre. Además de ser un lugar de paseo y contemplación, es utilizado como nexo y sede para actividades culturales, como exposiciones de escultura, instalaciones artísticas y eventos del CGAC y del Museo do Pobo Galego.
El parque se divide en tres zonas principales que reflejan su historia:
- El Huerto Monacal (la zona baja, con diseño geométrico).
- La Carballeira (el robledal, sombreado y natural).
- El área del Antiguo Cementerio (la zona alta y despejada, con los bloques de nichos).
Sí, de hecho, el sector del antiguo cementerio está diseñado para que el visitante dirija la mirada hacia los campanarios de Compostela. Es uno de los mejores puntos para disfrutar de una vista despejada y panorámica del casco histórico y sus torres.
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El área más alta del parque, donde hoy se levantan los icónicos bloques de nichos despojados de lápidas, se conocía en el siglo XIX como el "Salón Principal" o "Claustro de la Muerte". Esta designación reflejaba su ambición de ser el sector más solemne y arquitectónicamente relevante del cementerio, replicando el diseño claustral de los antiguos camposantos monacales.
La creación del Cementerio General de Bonaval (iniciado en 1846) fue la culminación de un proceso que duró casi 60 años. Se construyó para cumplir con la Real Cédula de Carlos III de 1787, que prohibía los entierros dentro de las iglesias y cascos urbanos por razones de higiene. Sin embargo, la resistencia social y la falta de recursos hicieron que Santiago tardara décadas en resolver este problema sanitario.
El proyecto no pudo arrancar realmente hasta 1845. El factor decisivo fue la Desamortización eclesiástica de 1835, que permitió la exclaustración del Monasterio de San Domingos de Bonaval. Esto liberó los grandes terrenos del huerto y la carballeira, proporcionando la ubicación extramuros que la ciudad necesitaba desesperadamente.
El antiguo cementerio reflejaba la estricta jerarquía social de la época. No solo había nichos y sepulturas de primera y segunda clase, sino que incluso la orientación del entierro era importante. La zona más alejada y menos deseada se conocía como el "cementerio de pobres", mientras que las áreas más soleadas o secas eran más caras (la llamada zonificación por el "lugar de la muerte").
El diseño original del cementerio unía dos modelos europeos:
- La tipología latina-arquitectónica (con sus nichos y estructuras neoclásicas) en la parte baja.
- La tipología anglosajona-paisajística (el cementerio jardín, con tumbas en el suelo) en la parte alta. La intervención de Siza conservó y redefinió esta fusión de estilos.
Durante la rehabilitación de Álvaro Siza e Isabel Aguirre en la década de 1990, se tomó la decisión radical de retirar todas las lápidas e inscripciones funerarias de los nichos. Los bloques fueron consolidados y revestidos con un aplacado blanco. La intención fue "paliar el carácter funerario" del espacio, manteniendo la forma arquitectónica del cementerio, pero borrando la identidad de la muerte, un concepto de diseño único.
Bonaval no es un parque autónomo. Fue concebido como el espacio paisajístico que sirve de nexo entre dos potencias culturales gallegas: el Museo do Pobo Galego y el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), diseñado por el mismo Siza. Esto lo convierte en un punto de encuentro para el arte y la historia.