Cripta Apostólica
Santiago de CompostelaLa Cripta Apostólica de la Catedral de Santiago de Compostela: Un Tesoro Oculto
Aunque las largas colas de fieles, turistas y peregrinos suelen formarse para subir y abrazar la figura del Apóstol en el Altar Mayor, la verdadera joya de la Catedral de Santiago de Compostela es la Cripta Apostólica. Este es el lugar donde se encuentran los restos del Apóstol Santiago y sus discípulos, y es la razón principal de las peregrinaciones y de la existencia misma de la ciudad de Compostela.
El Acceso a la Cripta
Hoy en día, el acceso a la cripta se encuentra a unos metros más allá de la zona donde se abraza la estatua del Apóstol. Sin embargo, no siempre fue tan fácil acercarse a estos restos sagrados. Las escalerillas y la capilla que alberga la urna relicario son resultado de las transformaciones dirigidas por el canónigo López Ferreiro, quien redescubrió los restos en 1879. Estos habían sido escondidos tras el altar mayor en 1589 por temor al pirata inglés Drake. El redescubrimiento de los restos impulsó nuevamente el culto apostólico y las peregrinaciones.
Historia y Leyendas
Cuando Atanasio y Teodoro trajeron el cuerpo de Santiago a la Gallaecia romana, reutilizaron un mausoleo romano del siglo I. Según el estudioso José Guerra Campos, este mausoleo tenía dos plantas: una inferior abovedada con el sepulcro y una superior que funcionaba como oratorio. El sepulcro de Santiago no fue originalmente construido para él, sino para Atia Moeta y su nieta Viria Moeta, según una inscripción conservada hasta 1601.
Se cree que Santiago fue enterrado en un sarcófago de mármol blanco, con dos espacios anexos para sus discípulos Atanasio y Teodoro. En una de las tumbas se halló la inscripción "Athanasios martir". Excavaciones arqueológicas han revelado diversas transformaciones del espacio, como pavimentos de mosaico del año 200 y pasillos que facilitaban el culto a las reliquias.
Transformaciones y Redescubrimientos
Durante el primer arzobispado de Santiago, se construyó la capilla mayor románica y se allanó el terreno, demoliendo la parte superior del mausoleo romano. Aunque el sepulcro podía verse tras el altar de plata, con la gran reforma barroca del siglo XVII este contacto visual desapareció. Además, las reliquias se habían perdido desde 1589. No fue hasta las obras de reubicación de las reliquias a finales del siglo XIX y las excavaciones arqueológicas de mediados del siglo XX que se valoraron nuevamente los restos de la primera tumba de Santiago.
La Cripta Hoy
Tras hallar las reliquias en 1879, López Ferreiro dispuso el espacio inspirándose en los primeros momentos del cristianismo para permitir su veneración. Las escalerillas laterales desde la girola conducen a una antecámara y, a través de pasillos, a la urna con los restos. Esta urna es una caja de madera de cedro, forrada de terciopelo rojo, compartimentada en tres espacios para Santiago, Atanasio y Teodoro, con alrededor de noventa huesos y fragmentos de cada uno. La caja está encerrada en una urna de plata con forma de sarcófago, decorada con veneras y un crismón central. Encima del sarcófago cuelga una estrella de plata que recuerda el milagro del abad Solivio Pelagio en el siglo IX.
La urna y el pedestal de bronce, obra del orfebre Ricardo Martínez, están diseñados por José Losada. El altar en este sancta sanctorum, de mármol blanco, muestra dos pavos reales bebiendo de la copa de la inmortalidad, simbolizando la vida eterna para los peregrinos que ganan el jubileo rezando ante las santas reliquias.
La Cripta Apostólica no es solo un lugar de descanso eterno para Santiago y sus discípulos, sino también un testimonio de la rica historia y la profunda fe que ha atraído a millones de peregrinos a lo largo de los siglos.