Curiosidades de la Catedral de Santiago

La sorprendente historia de la mujer y la calavera en Platerías.

 ¿Sabías que en el tímpano de la Fachada de Platerías hay una escultura de una mujer semidesnuda que sostiene una calavera?
 Esta imagen, tan llamativa como enigmática, ha desconcertado a visitantes y expertos durante siglos. Su presencia en la única fachada románica que se conserva en la Catedral de Santiago ha dado lugar a múltiples interpretaciones. 

Tímpano fachada de Platerías con mujer semidesnuda con una calavera
Tímpano fachada de Platerías con mujer semidesnuda con una calavera
Detalle mujer con calavera.
Detalle mujer con calavera.

 Algunos piensan que podría representar a Eva, expulsada del Paraíso, mostrando la calavera como símbolo del pecado original y la muerte que introdujo en el mundo. Otros sostienen que se trata de la mujer adúltera del Evangelio, sorprendida y llevada ante Jesús, o incluso de María Magdalena en su etapa penitente. 

 La actitud introspectiva de la figura y el hecho de que aparezca semidesnuda no hacen sino aumentar el misterio: ¿se trata de una advertencia moral? ¿Una llamada a la conversión? ¿O es simplemente una representación simbólica del pensamiento medieval? 

 Sea cual sea su significado, esta mujer de piedra sigue desafiando al tiempo, al juicio de los siglos y a la mirada de quienes se detienen a contemplarla desde la plaza. 


No, no es la Berenguela: descubre por qué.

¿Sabías que la auténtica Berenguela no es la torre que todos creen?
En realidad, la Berenguela original era una de las antiguas torres defensivas medievales de Santiago, construida en el siglo XIV por iniciativa del arzobispo Berenguel de Landoira. No se encontraba en el mismo lugar que la actual Torre del Reloj, sino que formaba parte del sistema amurallado de la ciudad, junto a otra estructura conocida como la Torre de la Trinidad.

La torre que hoy conocemos como "la Berenguela" fue diseñada en el siglo XVII por el arquitecto Domingo de Andrade como parte de la Catedral, y no tiene relación directa con aquellas torres medievales. Sin embargo, con el paso del tiempo, el nombre de "Berenguela" comenzó a usarse erróneamente para referirse a esta nueva torre.

La confusión se hizo aún mayor con la colocación de una monumental campana en lo alto de la torre, también llamada "la Berenguela", lo que terminó por consolidar esa asociación en la memoria colectiva.

Las campanas del siglo XVIII que marcaban horas y cuartos en la Torre del Reloj están hoy en el claustro de la catedral, puesto que se dañaron con el uso y fueron sustituidas.
Las campanas del siglo XVIII que marcaban horas y cuartos en la Torre del Reloj están hoy en el claustro de la catedral, puesto que se dañaron con el uso y fueron sustituidas.

Así, lo que hoy llamamos Torre del Reloj o Berenguela es, en realidad, el resultado de siglos de historia, tradición oral y arquitectura monumental, que sigue fascinando a quienes visitan la Catedral.


Hay una iglesia dentro de la Catedral de Santiago.

¿Sabías que la Capilla de la Corticela fue, en origen, una iglesia independiente del siglo IX?
Construida como un pequeño templo fuera de la Catedral, con el paso de los siglos el crecimiento del conjunto catedralicio la fue rodeando hasta integrarla por completo en su interior.

A pesar de estar hoy unida físicamente a la Catedral, la Corticela conserva su identidad propia: mantiene a sus santos titulares, San Nicolás y San Juan, y sigue perteneciendo a la parroquia de San Juan, conservando así su jurisdicción parroquial independiente.

En la iglesia de la Corticela, como parroquia de extranjeros que es, se celebran sacramentos, como el del Matrimonio.
En la iglesia de la Corticela, como parroquia de extranjeros que es, se celebran sacramentos, como el del Matrimonio.
Corticela. Vista general de sus tres naves hacia la cabecera.
Corticela. Vista general de sus tres naves hacia la cabecera.

Gracias a esta particularidad, en la Capilla de la Corticela pueden celebrarse sacramentos como bautizos, matrimonios o misas propias, igual que en cualquier otra parroquia. Casarse en este pequeño templo es una elección especial para quienes buscan un entorno íntimo y lleno de simbolismo histórico.

Durante siglos, la Corticela fue la parroquia de referencia para los peregrinos extranjeros que llegaban a Santiago. Hoy, sigue siendo un símbolo vivo de la hospitalidad y el espíritu universal del Camino.


El último campanero que vivió en lo alto de la Catedral de Santiago (¡con huerto y gallinas en el tejado!)

¿Sabías que hubo una familia que vivió durante 20 años entre las torres de la Catedral de Santiago? No se trata de una leyenda, sino de la historia real de Ricardo Fandiño Lage, el último campanero de la basílica, que residió con su esposa y sus tres hijos en una vivienda adosada a la Torre de las Campanas, en plena fachada del Obradoiro.

Entre 1942 y 1962, esta singular familia habitó un dúplex construido literalmente entre los tejados de la catedral. Aunque el espacio era reducido, contaban con lujos impensables para la época: agua corriente, electricidad… ¡y hasta un pequeño huerto y un gallinero sobre los tejados de Santiago!

Ricardo, artesano del sonido, se levantaba con el alba para marcar con repiques el pulso de la ciudad. Tal era su entrega que ideó un ingenioso sistema de cuerdas y poleas que le permitía tocar las campanas sin salir de la cama. Desde lo alto, día y noche, su oficio mantenía viva la tradición secular que, durante siglos, había resonado sobre las piedras de Compostela.

La casa fue demolida tras su marcha, poniendo fin a más de dos siglos de campaneros residentes en la catedral. Hoy solo quedan fotos antiguas y algunas huellas en la piedra que nos recuerdan que, durante décadas, el corazón de la ciudad latía también en lo alto de sus torres.


La Torre de las Campanas está visiblemente inclinada hacia el oeste.

¿Sabías que una de las torres de la Catedral de Santiago, la de las Campanas, está visiblemente inclinada?
Esta inclinación se puede apreciar a simple vista desde la Plaza del Obradoiro. Aunque no alcanza la fama ni el ángulo extremo de la Torre de Pisa, sí es lo bastante notoria como para haberse convertido en una curiosidad arquitectónica de la fachada occidental del templo.

¿Por qué se inclina?
La causa principal es el asentamiento desigual del terreno y de los cimientos sobre los que fue construida. La torre, erigida entre los siglos XII y XIII, fue sufriendo ampliaciones y modificaciones que también podrían haber contribuido a este leve desequilibrio estructural.

Sin embargo, estudios recientes indican que la inclinación se ha mantenido estable durante siglos, por lo que no representa un riesgo estructural en la actualidad. De hecho, durante las restauraciones y análisis técnicos se comprobó que los constructores barrocos ya conocían esta inclinación y la tuvieron en cuenta al diseñar y ejecutar la imponente fachada que hoy admiramos.


La Carraca de la Catedral: el sonido más extraño de la Semana Santa compostelana

¿Sabías que en lo alto de la Torre de la Carraca se guarda uno de los instrumentos más singulares y menos conocidos de la Catedral de Santiago?
Se trata de la carraca, un artefacto de madera que, a diferencia de las campanas, no emite un sonido armonioso, sino un estruendo seco y áspero que parece venir de otro tiempo… y, en efecto, así es.

Este instrumento ancestral solo se hace sonar durante el Triduo Pascual, desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria. Durante esos días, en señal de duelo por la muerte de Cristo, las campanas permanecen en silencio y es la carraca la encargada de marcar los momentos litúrgicos, con su retumbar lúgubre y penetrante.

Instalada en la torre norte de la fachada del Obradoiro, la carraca es tan ruidosa como simbólica. Aunque hoy su uso es limitado y ceremonial, forma parte de una de las tradiciones sonoras más antiguas del templo. Su sonido, seco y repetitivo, aún estremece a quienes lo escuchan por primera vez desde la plaza.

Más que un instrumento, la carraca es un eco vivo del pasado, un testimonio del ingenio litúrgico medieval que sigue resonando, año tras año, en los días más solemnes de la Semana Santa.


Dicen que si tocas sus zapatos… volverás a Santiago

¿Sabias que en una esquina de la fachada de Platerías de la Catedral de Santiago se esconde uno de los secretos más curiosos y mágicos del templo: la figura del rey David, tallada en piedra, con un instrumento de cuerda en las manos y los pies al alcance de los visitantes más observadores.

David, el legendario monarca bíblico, es recordado no solo por sus hazañas como guerrero y rey de Israel, sino también por ser el autor de muchos de los Salmos del Antiguo Testamento y un músico dotado. En la escultura compostelana aparece tocando un rabel, símbolo de su poder espiritual y de la fuerza sanadora de la música. En la Edad Media se creía que su melodía podía ahuyentar demonios y traer armonía al alma… y quizá también suerte al viajero.

Entrada Fachada de Platerías. Rey David
Entrada Fachada de Platerías. Rey David
Rey David en la entrada a la Fachada de Platerías
Rey David en la entrada a la Fachada de Platerías

La leyenda local dice que si tocas los zapatos del rey David, algún día regresarás a Santiago de Compostela. Un gesto discreto, casi íntimo, que se ha transmitido de boca en boca entre peregrinos y compostelanos. No aparece en las guías turísticas ni en los carteles informativos, pero quienes lo conocen no dudan en buscar sus pies esculpidos para rozarlos con los dedos… y confiar en que la ciudad les abrirá de nuevo sus puertas.

Así que ya lo sabes: si pasas por la fachada sur de la Catedral, busca al rey músico, salúdalo… y no olvides tocarle los zapatos. Puede que sin saberlo, estés sellando tu próximo viaje de vuelta.


El "Santo dos Croques": la misteriosa cabeza que todos golpean en la Catedral de Santiago.

¿Sabías que miles de peregrinos, tras recorrer cientos de kilómetros, acaban dándole un cabezazo a una estatua?  Sí, no es broma: se trata del Santo dos Croques, una figura esculpida en piedra que espera discretamente en el Pórtico da Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.

Entre los muchos rituales y tradiciones que rodean la Catedral de Santiago de Compostela, uno de los más curiosos es el de los estudiantes que golpean suavemente su cabeza contra la estatua del Santo dos Croques, ubicada en el Pórtico de la Gloria. Este enigmático gesto ha sido realizado durante siglos, convirtiéndose en una costumbre casi obligatoria para quienes desean recibir su "bendición intelectual".

¿Quién es el Santo dos Croques?

El llamado Santo dos Croques es, en realidad, la figura de un maestro medieval esculpida en la parte posterior del parteluz del Pórtico de la Gloria. Se cree que representa a Mateo, el arquitecto que diseñó esta impresionante obra en el siglo XII. La estatua muestra a un hombre con barba, en actitud pensativa, observando la grandiosidad del pórtico. La tradición popular lo ha identificado con un sabio maestro que transmite su conocimiento a aquellos que buscan inspiración.

El origen de la tradición

El gesto de golpear suavemente la cabeza contra la estatua tiene un significado especial para los estudiantes, especialmente los de la Universidad de Santiago de Compostela. La creencia popular sostiene que al hacerlo, los jóvenes recibirán inteligencia, sabiduría y éxito en sus estudios.

Este ritual probablemente tenga raíces en la Edad Media, cuando los estudiantes peregrinaban a Santiago no solo con fines religiosos, sino también en busca de aprendizaje y conocimiento. La Catedral, como centro de saber y cultura, se convirtió en un símbolo del intelecto, y la figura del maestro Mateo encarnó la idea de la iluminación académica.

El desgaste de la tradición

Durante siglos, miles de estudiantes y peregrinos han participado en este ritual, lo que ha provocado un notable desgaste en la escultura del maestro Mateo. Debido a esto, y para proteger el patrimonio histórico, el acceso a la estatua está restringido y ya no es posible tocarla. Sin embargo, la tradición sigue viva en la memoria colectiva, y muchos estudiantes aún hacen el gesto simbólico de inclinar la cabeza en dirección a la estatua, manteniendo viva la leyenda.

Más allá de la superstición

Aunque algunos lo consideran solo una superstición, el ritual del Santo dos Croques refleja la profunda conexión entre la Catedral y la comunidad académica de Santiago. Es un ejemplo de cómo el arte y la historia pueden influir en las costumbres y creencias populares, convirtiéndose en parte del alma de la ciudad.

Así, aunque la estatua ya no reciba tantos "croques" como en el pasado, su espíritu sigue inspirando a los estudiantes y peregrinos que buscan en Santiago no solo fe, sino también conocimiento.


Millones de peregrinos dejaron su huella en una sola columna

 ¿Sabías que durante siglos, uno de los rituales más emotivos y personales que se vivían al llegar a la Catedral de Santiago de Compostela no formaba parte del ceremonial litúrgico, pero se convirtió en tradición para millones de visitantes: apoyar la mano derecha sobre la figura de Adán en el parteluz del Pórtico de la Gloria, mientras se rezaba o invocaba una intención.

Este gesto, cuyo origen exacto se desconoce, terminó por dejar una profunda huella en el mármol de la columna central —obra del Maestro Mateo hacia el año 1188— como resultado del contacto acumulado de innumerables peregrinos. Allí, bajo el rey David representado como músico en el Árbol de Jesé, la piedra llegó a desgastarse visiblemente, como símbolo táctil de la fe de generaciones enteras.

Aunque se ha querido ver en este acto una especie de “imposición de manos” invertida —donde es el fiel quien busca la gracia a través del tacto—, lo cierto es que se trataba de una manifestación espontánea, ajena a la liturgia oficial. No obstante, durante mucho tiempo se recomendaba acompañar el gesto con cinco padrenuestros y cinco avemarías.

Prohibido definitivamente en 2008 para preservar el monumento, este rito no solo hablaba del fervor de los creyentes, sino de la necesidad humana de tocar, de establecer un vínculo físico con lo sagrado. Como escribió un viajero del siglo XVIII, las huellas de los dedos “estaban moldeadas como sobre pasta”, testimonio silencioso del paso de la historia y de la devoción popular.