Vista general de la capilla del Salvador. Por aquí comenzó a construirse al catedral en 1075
Vista general de la capilla del Salvador. Por aquí comenzó a construirse al catedral en 1075

Capilla del Salvador

Resumen:

La Capilla del Salvador de la Catedral de Santiago es la central de la girola, destacando por ser la más grande y relevante desde el punto de vista histórico. Su construcción comenzó en 1075, durante el reinado de Alfonso VI y el episcopado de Diego Peláez. Los capiteles de la entrada confirman estos datos. En el interior, la capilla es semicircular con dos absidiolos al fondo.

El retablo central, atribuido a Juan de Álava y financiado por Alonso III de Fonseca en 1522, muestra la imagen gótica del Salvador. En 1532, el retablo fue trasladado a la capilla, albergando imágenes cristológicas, apóstoles, y ángeles músicos. La capilla fue renovada y decorada en diversas ocasiones, siendo destacable la intervención de Juan Antonio García de Bouzas en 1724.

La capilla del Salvador desempeñaba un papel importante para los peregrinos, ya que les permitía confesarse en varios idiomas y recibir la "Compostela". También era conocida como "del rey de Francia". En su interior se encuentran sepulcros notables, como el del regidor Francisco Treviño y el Rector de la Universidad Antonio Páramo y Somoza. La reja de la capilla sirvió de modelo para otras en la catedral.



Historia de la Capilla del Salvador

La Capilla del Salvador es la capilla central de la girola, la más grande de las capillas primitivas románicas y también la más importante desde el punto de vista histórico. Por ella empezó a construirse la nueva catedral románica, que aún hoy recorremos y admiramos. Confirman este hecho los capiteles que hay en la entrada de la capilla, cuyos personajes portan cartelas con inscripciones latinas que significan “Reinando el príncipe Alfonso se construyó esta obra”, una, y “En tiempos del obispo Diego se comenzó esta obra”, la otra. Se refieren al rey Alfonso VI y al obispo de Santiago, Diego Peláez, en cuyo reinado y episcopado, respectivamente, se iniciaron las obras.

Estos mismos datos se reiteran en los largos epígrafes de los muros laterales de la capilla, de los que apenas se leen unos fragmentos, señalándose además la fecha de 1075, año del inicio de la construcción. Otros capiteles de la capilla no ofrecen más mensaje que el simbólico, representando seres del bestiario medieval como las sirenas.

 Lauda del regidor Treviño.
En los capiteles y muros de la capilla del Salvador está escrito que ahí comenzó la obra en época del obispo Diego Peláez y reinando Alfonso (VI). Lauda del regidor Treviño.

En el exterior, la capilla aparece con un perfil rectangular en cuyo muro posterior se abren dos vanos ciegos con arco poligonal y otro de central con arco de medio punto. En su interior, se trata de una capilla semicircular, aunque con dos “absidiolos” al fondo.

La imagen aún gótica del titular de la capilla, el Salvador, muestra sus llagas en el centro de un retablo ya renacentista. Éste fue costeado por Alonso III de Fonseca, quien en 1522 mandó que se ubicara en esta capilla el Santísimo Sacramento, para lo que encargó un nuevo retablo atribuido a Juan de Álava y que habría sido terminado en 1532, cuando sabemos que fue trasladado a la hornacina que hoy ocupa el Salvador.

Entre una estructura y decoraciones plenamente renacentistas, este retablo cobija otras imágenes de carácter cristológico, así como representaciones de los apóstoles, Santiago, su hermano San Juan, la Magdalena, Santa Catalina y San Miguel; además de ángeles músicos, medallones con bustos y escudos con flores de lis. Como consta en la ya citada documentación del siglo XVI, se trata de un retablo que siempre estuvo policromado. También sabemos de su renovación en 1647, así como que en 1676 se mandó blanquear el espacio. Sería en 1724 cuando Juan Antonio García de Bouzas volvería a decorar la capilla con pinturas y a dorar un sagrario diseñado por Miguel de Romay, perdido hoy en día.

Capilla del Salvador. Detalle del retablo renacentista de piedra.
Capilla del Salvador. Detalle del retablo renacentista de piedra.

La capilla del Salvador tenía un importante papel en la vida de los peregrinos a Santiago. En ella los caminantes extranjeros podían confesarse con los confesores “lenguajeros” en diversos idiomas y comulgar, además de recibir la “Compostela”, el pergamino sellado por el que pagaban dos reales y que certificaba su peregrinación.

Llamada también “del rey de Francia” por una antigua fundación, esta capilla alberga además interesantes sepulcros. Así, embutida en su muro norte está la lauda del regidor de la ciudad Francisco Treviño, muerto en 1511. En el suelo se enterró al Rector de la Universidad y doctor Antonio Páramo y Somoza, muerto en 1786 sin llegar a tomar posesión del cargo de obispo de Lugo. Con sus esbeltos balaustres y ausencia de coronamiento, la reja que acota el espacio de esta interesante capilla sirvió de modelo a varias de las que podemos encontrar en otras capillas de la catedral, sobre todo de la girola o deambulatorio. El mismo Alonso III de Fonseca habla de ella en su testamento, diciendo que la tiene concertada con el maestre Domingo, vecino de Toledo.

Capilla del Salvador. Su reja sirvió de modelo a otras en la catedral, y se contrató con el toledano Maestre Domingo
Capilla del Salvador. Su reja sirvió de modelo a otras en la catedral, y se contrató con el toledano Maestre Domingo
Cruz de consagración de la catedral de 1211 sobre el acceso a la capilla del Salvador
Cruz de consagración de la catedral de 1211 sobre el acceso a la capilla del Salvador

Capillas de la Catedral

Descubre un universo de devoción y arte en cada rincón de las capillas de la majestuosa Catedral de Santiago de Compostela. Cada una de estas santuarios es un tesoro único que encierra siglos de historia y espiritualidad. Desde la exquisita Capilla Mayor, adornada con relieves de una delicadeza incomparable, hasta la íntima Capilla del Pilar, donde la luz danza sobre antiguos altares, cada espacio invita a la contemplación y la reverencia. Las capillas laterales, con sus retablos de talla dorada y sus vívidos frescos, son como galerías de arte sacro que inspiran y conmueven a quienes las visitan. En cada piedra, en cada detalle, se siente la presencia de aquellos que, a lo largo de los siglos, han encontrado consuelo y esperanza entre estas paredes sagradas. ¡Una experiencia que te transportará a un mundo de fe y maravilla!