El Órgano de la Catedral
Descubre la fascinante historia de los órganos de la Catedral de Santiago, fusionando arte barroco, música celestial y tecnología moderna.
Píldoras de historia: El Órgano de la Catedral
¿Quién fue responsable de la construcción de los órganos de la Catedral de Santiago en 1530?
¿Cuándo se realizaron nuevas cajas para los órganos grande y pequeño de la catedral?
¿Qué función tenían los órganos de la catedral en la liturgia y los cánticos del cabildo?
¿Cuál fue la razón para la construcción de un nuevo órgano en la catedral en 1704?
¿Quiénes fueron los encargados de la construcción de las nuevas cajas de órgano en 1705?
¿Qué temática se utilizó en la ornamentación de las cajas de órgano?
¿Quién fue Francisco de Lens y qué hizo en relación con los órganos de la catedral?
¿Cuál es la configuración actual del órgano en la tribuna de la catedral?
Historia completa: El Órgano de la Catedral
Los tubos de los órganos se enmarcan en sendos retablos, más sencillos que los demás, y que llegan a las naves laterales. Se apoyan sobre arcos de factura ya barroca entre los pilares compuestos medievales. Estos retablos son continuadores de otros anteriores, pues sabemos que en 1527 el veneciano Dionisio Memmo había arreglado los “órganos grandes viejos”, y que comenzó a hacer otros nuevos y también grandes.
El Legado de Dionisio Memmo
El organista procedía de la corte ducal de San Marcos de Venecia y de la de Enrique VIII de Inglaterra, donde llegó a ser uno de los músicos favoritos del monarca inglés. Acabó sus días en Santiago, lo que indica el favor y fama que alcanzó aquí. Los órganos, cuya construcción dirigió él mismo, estarían rematados en 1530. Ya por el año 1607 se hicieron nuevas cajas para el órgano grande y el pequeño, pintadas por Juan de Altamirano. Esta obra iría destinada a completar la nueva imagen de esa parte de la catedral, donde el nuevo coro manierista estaba ya terminándose.
Renovación Barroca y Manierista
Los órganos de la catedral y su música eran sin duda un importante complemento de la liturgia y de los cánticos que el cabildo entonaría en el coro que estaba bajo sus tubos. Cien años después, en diciembre de 1704 y en época de pujanza económica, el maestro de órganos Manuel de la Viña contrató con el cabildo construir un órgano al nivel de la catedral, que estaba inmersa en su transformación barroca desde hacía algunas décadas.
La música, por su parte, era cada vez más compleja y requería un órgano más moderno. Por esto a principios de 1705 se encargó la caja de órgano correspondiente al lado de norte a Antonio Afonsín y Miguel de Romay, quienes trabajarán siempre bajo la supervisión de Domingo de Andrade, el hombre a cargo de las obras en la catedral en aquel momento. Poco tiempo después, en 1709, se encargó la caja de órgano del lado opuesto solo a Miguel de Romay, que cada vez tenía más encargos dentro de las obras en la basílica. La perfecta pareja que forma con el “retablo” del órgano del otro lado de la nave hace difícil apreciar los años de diferencia entre ambos trabajos.
Ornamentación Barroca
Siguiendo lo estipulado en el contrato, estas cajas se limitan fundamentalmente al remate superior, donde, si en 1704 se colocó un Santiago Caballero blandiendo su espada para derrotar a los infieles, ahora se deja a “disposición del señor fabriquero”. Continuando con la temática jacobea, el motivo elegido es otra de las más famosas iconografías de Santiago, la del Apóstol Peregrino con su bordón, que se arrodilla ante la aparición de la Virgen del Pilar. El resto de la ornamentación de ambas cajas es plenamente barroca.
La Armonía Barroca
Aparte de las carnaciones y otros detalles, todas ellas están sobredoradas. Están cuajadas de sartas de frutas, motivos vegetales, blasones y trofeos militares. Aparecen también numerosos putti, muchos de los cuales vuelan y se contorsionan con acusado movimiento. Algunos parecen sostener con sus brazos extendidos hacia arriba la decoración superior, otros ondean estandartes, pero la mayoría tocan instrumentos musicales, sobre todo trompetas, simbolizando la música celestial que sonaría en las celebraciones a través de los tubos que aparecen junto a ellos.
El Toque de Francisco de Lens
Unas décadas después, en 1755, Francisco de Lens completó la obra de los órganos con las cajas que miran a las naves laterales. Aunque concuerdan con las principales, dejan ver el paso del tiempo y la evolución del gusto durante las décadas transcurridas.
El cargo de organista era uno más dentro del organigrama eclesiástico de los cabildos, y en lo musical solo estaba por encima de él el Maestro de Capilla. Algunas veces, para repartirse el ingente trabajo, había incluso un segundo organista, cubriéndose todos los cargos por oposición tras complicados ejercicios que el candidato debía defender. Para ese fin servía el púlpito, que el mismo autor de las cajas menores del órgano, Francisco de Lens, hizo en 1774 y que hoy se encuentra en el Museo de la Catedral.
A lo largo de la historia, y desde el veneciano Memmo, otros importantes organistas trabajaron en la catedral, como Martínez de Montenegro, Ortega, Alaraz, los Machado, Manuel de Mernies, Manuel de la Viña o Mariano Tafall. Este último fue el autor del Tratado de Organería, el mejor tratado sobre el tema publicado durante el siglo XIX en España. A diferencia de lo que ocurría tiempo atrás, el actual organista es un seglar, un músico profesional, que tomó el relevo del último canónigo organista, don Manuel Gesto.
El Órgano en la Actualidad
En la tribuna encontramos el órgano actual, con motor eléctrico, que dispone de tres teclados y pedalero, así como de 59 registros que permiten abordar cualquier repertorio moderno o contemporáneo.