La Puerta Santa
Santiago de CompostelaLa Puerta Santa de la Catedral de Santiago de Compostela
Una de las partes más simbólicas de la Catedral de Santiago es, sin duda, la Puerta Santa. Al igual que las puertas santas de las grandes basílicas romanas como San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros o Santa María la Mayor, esta puerta solo se abre en los Años Santos. En Santiago, un Año Santo ocurre cuando el 25 de julio, día de la festividad de Santiago, cae en domingo. Esto sucede cada ciertos años: seis, cinco, seis y once, debido a los años bisiestos. Además, el Papa puede declarar Años Santos extraordinarios, como en 2016, y el cabildo de la catedral puede decidir abrir la Puerta Santa en esos casos excepcionales.
Origen y Significado
El origen de la Puerta Santa en Santiago no está del todo claro. Algunos expertos creen que podría haber una tradición medieval anterior a la de los Años Santos romanos, aunque es más probable que Santiago haya adoptado este ritual del cristianismo. Pasar por esta puerta simboliza el perdón y el renacimiento espiritual. Se cree que la Puerta Santa se construyó en los primeros años del siglo XVI, bajo el arzobispo Alonso III de Fonseca, quien conocía el ritual romano instaurado por el Papa Alejandro VI.
Transformaciones Barrocas
La Puerta Santa ha experimentado varias transformaciones a lo largo de los siglos, especialmente en el siglo XVII, cuando toda la fachada de la Quintana fue remodelada en estilo barroco. Jácome Fernández y González de Araújo decoraron la puerta con seis figuras bíblicas a cada lado, provenientes del coro mateano recién derruido. Entre la puerta y su pórtico barroco, se creó un pasillo donde aún se conservan sepulcros y laudas de la época, recordando el pasado funerario de la Quintana.
Adornos y Esculturas
En el siglo XVII, José Peña de Toro añadió doce figuras más del coro medieval y cuatro plafones decorativos. En 1694, el escultor Pedro del Campo esculpió el Santiago Peregrino que preside la fachada, acompañado por sus discípulos Atanasio y Teodoro, vestidos como peregrinos. Todo el conjunto está enmarcado por decoraciones que recuerdan a Domingo de Andrade. La reja añadida en 1744 completa la apariencia actual de la Puerta Santa.
Cambios Neoclásicos
En 1794, el arzobispo Malvar impulsó una reforma neoclásica de la fachada de la Quintana y la cabecera de la catedral. Este proyecto, diseñado por Melchor de Prado y Miguel Ferro Caaveiro, incluía un nuevo coro en la cabecera y un trasaltar frente a la Puerta Santa. Sin embargo, la muerte del arzobispo en 1795 y el alto costo del proyecto impidieron que se llevara a cabo.
La Puerta Hoy
La Puerta Santa permanece cerrada cuando no es Año Santo, bloqueada por una verja en el exterior y dos hojas de bronce en el interior, firmadas por Jesús León en 2003. Estas hojas muestran escenas de la vida y muerte de Santiago, y sustituyeron un cortavientos de madera tallado por Francisco Leiro en 1992. Encima de la puerta hay una cruz de consagración de 1211 y una vidriera de Santiago.
El Interior de la Puerta Santa
La sencillez de la Puerta Santa por dentro contrasta con su gran simbolismo. La decoración interior es modesta, con solo dos figuras policromadas a cada lado: Ezequiel y San Judas Tadeo, que provienen del coro de Mateo. También hay dos pilas de agua bendita sobre mármoles, similares a los del cierre de la capilla mayor. Sobre la puerta, se encuentra una de las cruces de consagración de la catedral, fechada en 1211, con una inscripción del Génesis que dice: “Es la casa de Dios y la puerta del Cielo”.
Ritual de Apertura
El ritual de apertura de la Puerta Santa ha cambiado poco desde el siglo XVI. El 31 de diciembre, antes de un Año Santo, una procesión encabezada por el arzobispo se acerca a la puerta. Tras unas oraciones, se dan tres golpes con un martillo de plata, derribando el muro de piedras en el interior y abriendo el paso, que permanecerá abierto hasta el 31 de diciembre del siguiente año, cuando otra procesión clausura el Año Santo.
La Puerta Santa no solo es un elemento arquitectónico, sino también un símbolo profundo de perdón y renovación espiritual para los peregrinos y visitantes de la Catedral de Santiago de Compostela.